Por: Tatiana Yelena Rodríguez Mojica. @tatiana_tatiy
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Iniciando una conversación con un hombre ciego me decía ¿entonces uno se tiene que aguantar que le digan anormal? Y mientras lo escuchaba por mi mente circulaban cientos de recuerdos de cuantas veces he escuchado eso; ¿tu novio si es normal? Ósea que tu tenías una vida normal, nosotros y ustedes los anormales ¿pueden tener hijos como la gente normal? Al mismo tiempo, pensé en la discusión y distintas reflexiones que hicimos en el grupo de WhatsApp Ante todo mujeres Sirius, cuando una compañera con discapacidad visual mostraba su indignación porque en una publicación abundaban los siguientes términos: normovidente, normovisuales, débiles visualmente; lo que más le aumentó a ella su molestia es que dicho contenido era realizado por personas con discapacidad visual; en esta discusión por supuesto se habló del lenguaje adecuado, de la Convención de derechos de las personas con discapacidad ONU 2006, de las campañas que se deben hacer y de la importancia de hacerlas con la misma población con discapacidad y sus familias.
Por otra parte, respecto a el lenguaje adecuado y como este hace parte de la inclusión social, muchos creen que es puro eufemismo, además agregan que eso lo cambian cada rato y que palabras como: discapacitado, cieguito, inválido, enfermo, impedido, incapacitado, raro, incompleto, y las mismas en femeninas, entre otras, son las adecuadas y describen la realidad. En contraste, se encuentran quienes usan términos como: ustedes los de habilidades especiales o diversas, los que tienen limitaciones, los anormales y los diferentes, intentando ser incluyentes, pero de igual manera lo hacen marcando distancia, separando, ustedes y nosotros, nos miran desde afuera, con desconfianza, señalando lo incompleto de lo que no lo es; vigilando lo anormal, opinando y buscando corregir la deficiencia, normalizando.
Sobre nuestros cuerpos con discapacidad, recae una especie de maleficio, el que hay que exorcizar, curar, rehabilitar, en fin, normalizar; aunque, está en furor eso de aceptar las diferencias, es claro que lo extraño, diferente, genera una obsesión social, con una construcción de sentido de separación, de disminución, de negación, esto desde una connotación peyorativa; por ejemplo, a nosotras las mujeres con discapacidad se nos niegan nuestras características identitarias, solo somos percibidas como discapacidad.
Tal separación enmarcada en el concepto de diversidad, para algunos autores como Carlos Skliar (2005): “implica una forma de remanso, de calma, que enmascara las diferencias. Hablar de diversidad parece ser una forma de pensar los torbellinos y los huracanes culturales y educativos desde un cómodo escritorio y, sobre todo, de mantener intacta aquella distancia, aquella frontera inventada históricamente que separa aquello que es diversidad de aquello que no lo es”. Es una forma de proteger la representación sobre los otros, que son el problema, la fuente del mal, desconociendo la alteridad, la experiencia y la riqueza en sus distintas formas de hacer y prácticas culturales. Agrega Skliar: “la diversidad, lo otro, los otros así pensados, parecen requerir y depender de nuestra aceptación, de nuestro respeto, para ser aquello que ya son, aquello que ya están siendo”.
Eso que ya estamos siendo que tanto incomoda, pues es lo que somos y no queremos más esa burda comparación de lo que se cree que es normal, de lo que no lo es; no queremos que se impida nuestra autonomía, sexualidad, que se decida sobre nosotros, nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas; queremos ser lo que somos, amamos y contrario a lo que se piensa valoramos y reconocemos.
Si propiciar en los otros y otras miradas distintas, si enseñar y descubrir formas variadas de hacer, si luchar y exigir nuestros derechos, si encontrar en la discapacidad una riqueza, si pretender una sociedad donde prevalezca la humanidad y su alteridad, es anormal; entonces, que viva lo que se sale de la regla y hablo desde mi particularidad como mujer con discapacidad visual, pues, que viva lo anormal y nosotros los anormales.